martes, 18 de enero de 2011

¡A la calle!

Que la crisis está reventando sobre las cabezas, es un hecho evidente. Y que pronto las grandes fortunas y los bancos se han subido a su particular arca de noé y nos han dejado a todas sus víctimas al arrecio de este conjunto de medidas que se articulan desde la nocturnidad de la falta de transparencia y la alevosía del irrespeto a la democracia, se nos está haciendo más que claro.

Ya nos están dejando pelados en nuestros derechos laborales y sindicales, han atacado a los colectivos más indefensos: los contratados con temporalidad y a los que se les acababa el contrato engruesan las filas de parados, después atacan a los pensionistas y por qué no, a los empleados públicos.


Desbaratar las leyes y convenios que sustentan los derechos de los empleados por cuenta ajena, atacar a los empleados con contrato fijo, ha sido el siguiente objetivo, para dejar un ejército de trabajadores en condiciones precarias, sometidos a la ley pura y dura de la oferta y la demanda.

El ataque a los sindicatos, la continuada campaña de desprestigio o acoso, no deja de ser sino uno de los objetivos para eliminar cualquier obstáculo que pueda impedir esta continuada desarticulación de las reglas de juego entre empresarios y trabajadores. Mientras tanto se apropian también de nuestro salario indirecto.


Y ahora esperando, a ver qué pueden rebañar. Y otra vez aquí estamos los trabajadores, invadidos silentemente y con la rabia acumulada.

Pero esta vez nos están tocando nuestra vejez, nuestro salario diferido, la posibilidad de una vejez sin sobresaltos. Pero no nos queda ni siquiera la esperanza de que paren estos insaciables depredadores comedores de nuestras vísceras cuando aún estamos vivos. Ni siquiera eso.


A estas alturas, es mejor dar salida a nuestra rabia colectiva, no sea que emprendamos el camino de los norteamericanos, que les da una individual e infructuosa ventolera justiciera. Es mejor articular respuestas, sociales, políticas, desde la solidaridad, y desde nuestra picaresca como pueblo: algo se nos ocurrirá.

De momento, salir a la calle y cantarle las verdades a tanto indeseable.

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